Sobre la dualidad del ser o el «¿esto lo echo a lavar o está limpio?» de las madres

Estar perdido es horrible y llevo demasiado tiempo sin rumbo, tanto que ya no recuerdo ni hacia dónde me dirigía, sólo sé que no sé absolutamente nada. Es gracioso, porque yo soy siempre ese chico que da consejos y que no sabe aconsejarse a si mismo. Lo gracioso es que normalmente acierto aconsejando a los demás, si todo fuese tan fácil… Perdón, si yo no creyese que es tan complicado, porque a fin de cuentas lo que vivo yo, lo vive todo el mundo.

Hace poco leí un tuit de una amiga que decía que la vida es un 10% lo que te pasa y un 90% como te lo tomas y pocas veces estaré tan de acuerdo con una frase de menos de 140 caracteres.

¿Por qué nos empeñamos en complicarlo todo? Se supone que todos pasamos por lo mismo, ¿no?; nacemos, aprendemos a andar y nos caemos, empezamos a hablar y aprendemos tacos, conocemos gente, nos enamoramos, nos hacen daño y a veces, sale bien. Es tan sencillo que no entiendo cómo nos afecta de distinta forma; es injusto, pero claro, la vida no es justa.

¿Cómo puedo estar tan perdido y saber perfectamente dónde estoy? Seguramente es porque no sé donde quiero estar, por eso escribo. Escribir me tranquiliza, me obliga a organizarme y pensar, algo que no hacía últimamente. Me sentía vacío, cíclico y aburrido, y creedme, es lo peor que os puede pasar. No tener tiempo de pensar, de pensar para vosotros.

Necesito una tregua entre mi cerebro y mi mente. Bona nit.

Música: Lista de reproducción: Keep calm and let’s play acoustic.

Nada.

Minientrada

Hoy te vi.

No te diré que procuré esquivarte,

porque no lo intenté, no quería.

Lo que más ansiaba,

jugar a la ruleta entre tus piernas,

desmayarme en tus ojos y

hundirme bajo tus dedos.

Esos fueron mis tres deseos al genio de la lámpara de aquel portal,

desde donde te veía girando, feliz,

porque yo no estaba,

porque el dolor, al fin,

dejó de okupar tu pecho.

Éste, va a ser el junio más lluvioso en mi cama.

Éste, va a ser el verano más largo en mi calendario.

Sólo porque no estarás,

sólo porque no te pediré que te quedes.

No puedo. Simplemente, no…puedo.

Si soy incapaz de pedirte que hoy no respires

y no puedo pedirme no quererte,

¿cómo voy a pedirte que dejes las maletas en mi puerta,

que nunca cierres mi ventana abierta,

que sigas siendo la favorita de mis actrices,

que no cruces el Atlántico para curar las cicatrices que no se ven?

Solías decirme «si no sabes que decir, mejor no digas nada»,

 

Tu gravedad,

no deja de arrastrarme hacia el mar.

Creo que quieres inundarme,

inundarme de nubes, a punto de romper;

de cruces que no perdonan mis pecados,

de labios que no marcan mis labios.

 

Absolutamente cofusa, mi cabeza.

Tras la pared,

jodidamente insómnica,

la pareja del primero que fornican.

Los muros, ya no gritan mi nombre,

ni el tocadiscos reproduce ya a los Who,

como hacía cada viernes, que tu venías a verme.

 

Solías decirme «si no sabes que decir, no digas absolutamente nada».

 

Creo, que nunca tantas cosas fueron tanta nada…

 

 

No title

Ahora llegan las sirenas, inundando la Gran Vía.                                                                      Ahora llegan las parejas que mueren y se olvidan.                                                                    No me llores, que ya llega la primavera                                                                                     para curar las heridas que el invierno te hizo,                                                                        para borrar los dibujos de tu cuerpo,                                                                            hechos con las yemas de mis dedos.

 

Perdimos la marea, las ventanas abiertas y las bocas cerradas.                                           Encontramos nuevas camas dónde curar nuestros costados,                                               nuevos cuerpos donde cerrar los ojos, nuevos ombligos donde respirar,                              nuevos cuellos a los que morder te quieros,                                                                           y sin embargo, no te vas.                                                                                                      En mi almohada dormimos ella, tu y yo,                                                                                   nosotros y ella. Ojalá ella sin nosotros.

 

La rima de tu cuerpo con el mío,                                                                                            un verso libre, rápido y sentido,                                                                                              apagando cada una de las velas que nos alumbraban.                                                        Al fin a oscuras, nos follábamos el alma.

 

Juramos no caer,                                                                                                                     juramos no salir corriendo y tú, explicándome                                                                        «es que me arrastra el viento».

 

¿Y quién se atreve a jugar en medio de las vías cuando sabe que está llegando el metro?  ¿Y quién se atreve a besar en dirección prohibida cuando sabe que el amor ya no está dentro?

Autoyo

Yo, que aprendí a hablar braille con los lunares de tu espalda

Me harté del lenguaje.

De comunicarte, de decirte,

de intentar explicarte

 que sólo quería hablar en tu boca;

Que mis silencios fuesen

 lo único que tus dientes no mordieran,

Porque callar mis labios, mis chistes, mis “te quiero”, era fácil,

Pero despertarlos, fue lo más difícil que jamás te pedí.

 

Hace meses que no te veo,

Y sé que sigo con mi complejo de Romeo con vértigo,

incapaz de subir a tu balcón,

Y que me robes otro “te echo de menos”.

 

Ojalá denunciar los corazones rotos,

Ojalá inundar las fotos,

Y dibujar en la arena tu nombre

Esperando a que se lo lleve la tormenta,

La que nunca viene.

 

Si mi vida fuese teatro, sería drama,

Si fuese música, Sabina,

Si fuese cine, Woody Allen.

Parece que no entiendo que soy todos y nada,

Que soy llanto y carcajada,

Que sólo soy mi eterna mirada.

Txaka

Los malos días no acaban y yo no aprendo.

El tiempo se ríe de mi, y mientras tanto,

me muero por dentro…

 

Que mal sienta que tanta belleza sea para llorar

y tanta poesía para na poder ni hablar.

 

A veces, cuando callamos es lo mejor que podemos decir.

Hablar para mentir,

no sirve de nada,

y hablar y ser sincero,

sólo hace más grande tu agujero.

Solo admites lo dolorosa que es la realidad de la que huyes.

 

¿Quién dijo que soledad es dolor?

Callar no es no decir,

callar es huir,

callar es escapar del miedo,

consiguiendo la soledad,

esa que en teoría, no queremos a nuestro lado.

Cobardes inconsecuentes

Minientrada

He recorrido las oscuras noches de Madrid,
buscando esa luna que simula tu sonrisa,
la que evade mis penas y cautiva mis sueños.
Sueño que me despiertas y al despertar,
descubro que estoy en los brazos de Morfeo,
que soy su títere y él, mi titiritero.
 
Escribiría cien mil cartas marruecas por estar en tu cama,
que la distancia sólo fuera la existente en los mapas
y que tus respiraciones despertasen mis labios.
Al fin y al cabo, sólo escribo utopías;
amores a media luz que prefieren esconderse entre las sombras de mis temores,
con la excusa de mi vértigo, el que tú me produces,
y el verdadero miedo de llegar, arriesgar y perder.

Aeromuertos.

La ocho en dirección al olvido,

te montas en el vagón, y suspiro,

claro que suspiro.

 

Lo que un día fue nuestro, hoy deja de serlo;

se va por la puerta con tus maletas y mi risa,

tu risa…

 

Juramos que nos llamaremos,

que nos veremos pronto.

Aún no te has ido y ya no recuerdo tu voz,

ni tu pupila dilatada al despertar,

ni cómo me llamabas loco por gritar

en cada lucha, en cada ducha.

 

Te vas, destino: nunca jamás,

pero en el que no hay niños perdidos,

sino en el que me pierdo YO;

en cada esquina, giras y no estoy,

no estaré, y tú no me llamarás.

Yo fingiré que me olvidé el móvil,

tú que te equivocaste al marcar

y nos creeremos, por no herirnos más.

 

Culpo a los aeropuertos,

te separan de mi,

cuando deberían traerte.

Llorando en la terminal,

porque sé que no saldrás por esa puerta de embarque,

sé que no subiste a ése avión,

sé que me quisiste, pero se acabó.

 

Nunca pensé que los aeropuertos matasen,

pensaba que sólo se estrellaban los aviones.

Petite

Este poema está inspirado en una canción de Andrés Suarez, titulada «Nunca más Bruselas»

 

Ni un mes a tu lado,

cruzando el Atlántico

y tu recuerdo en mi calma;

con el pecho a gatas

para no despertar

dulces camas ingratas.

 

Los dos, cuerpos puros,

los dos suplicando

una trampa descalza y yo,

escribiendo en tu espalda

«quizás te quiera por la mañana».

 

No diluirás mis miedos con llamas,

no hundirás en mi cuello tu cara,

y espero que sepas,

que sigo queriendo a esa niña en Caracas.

 

Te vi volver al este del mundo,

pasando de España,

y tú en el recreo,

jugando en París al «te tengo ganas»…

 

No voy a dejar que se rompa tu rama,

y te caigas al suelo, que no siente nada.

 

No diluirás mis miedos con llamas,

no hundirás en mi cuello tu cara,

y espero que sepas,

que sigo queriendo a esa niña en Caracas.

 

Silvia

De apartar miradas experta,
de abrazos gélidos mi diosa,
la que esconde mis sueños bajo la almohada.
Irreverente fugacidad de ojos pardos
paralizó mi cuerpo y exalaciones;
jamás me había sentido así,
tan lleno y vacío,
tan lleno de nada…
Quizás fuese lo mejor,
tú mi amor platónico y yo,
yo alguien que añadir a tu lista,
tu corta lista.
Una niebla en este invierno otoñal
para recordarme que las estaciones se mezclan
y no sólo en las líneas de metro

Madrid

Donde las nubes no se dejan ver
y las sombras temen aparecer,
donde al mirar al cielo nada mas se aprecia
la luz tenue de una tarde de primavera,
donde los cambios son constantes,
donde los días pasan fugaces,
donde el amor duele y los deseos esfuman.
donde todas las pompas se quedan en espuma,
donde al mirar al horizonte sólo se vea la blanca luna,
donde las estrellas son sólo eso, estrellas.
Y donde la vida pase despacio,
donde tenga tiempo de ver pompas y espuma,
donde el amor duela y los deseos se esfumen,
donde los cambios sean constantes,
donde al mirar al cielo nada mas se aprecie
la luz tenue de una tarde en primavera,
donde las nubes no se dejen ver y las sombras teman aparecer.
Donde estés tú,
donde te sienta y te piense aún estando solo,
sólo, sólo ahí, quiero vivir, y si dios quiere,
morir.