Me acordé de ti

Hace poco me acordé de ti,

me dio por pensar y no conseguía recordar lo importante,

o lo que un día fue importante para mi.

 

Recuerdo un sujetador negro horrible,

pero que te encantaba;

tus calcetines de estar por casa, 

siempre llenos de lunares;

lo REALMENTE MAL que cocinabas.

jamás había visto un filete quemado y crudo,

hasta que te conocí.

Siempre que podías me quitabas mi colonia,

 aunque decías que no te gustaba.

 

Te recuerdo tocando el piano de madrugada,

quedándote dormida encima de mi cada vez que elegía una película,

fumando en tu terraza,

y las mañanas con Quique González rompiendo los altavoces de tu casa.

 

Recuerdo Madrid y la lluvia.

El Sol rozándonos,

mientras tu y yo,

tumbados en tu cama.

Siempre Malasaña,

y siempre con una cerveza y un crêpe.

 

Recuerdo un beso.

Tú empezando a morderme el cuello,

y yo girando lentamente la cabeza

hasta que tus labios se estrellaron con los míos.

 

Y ahora sólo pienso

«ojalá pudiese echarte de menos».

Náufrago

Fue el amor,

y no la guerra lo que nos destruyó.

Fueron aquella playa desierta,

y tus ojos verdes bañándose en mi retina.

 

Las palabras de viento;

y tus labios de cristal,

siempre a punto de romperse,

pero siempre de verdad.

 

Llegó el naufragio,

siempre eterno,

siempre una noche;

siempre, sin un último beso

Las grandes verdades surgen delante de la gente que nos importa, porque es en esos momento cuando no pueden decirse

Minientrada

Quizás el problema

no fuésemos ni tú ni yo.

Quizás el tiempo,

jugando al “Cluedo” con dos cuerpos inexpertos,

y perdimos.

Perdimos como un niño pierde un globo de helio,

sin luchar contra las corrientes de aire.

Perdimos con el pecho manchado de vergüenza.

Perdí como se pierde la virginidad,

sin objeciones.

Te perdí como jamás quise haberte perdido,

echándote de menos.

Blue Valentine

El día que te vi por primera vez

llevabas tu vestido de cereza,

te vi en la acera,

girando a cámara lenta.

 

Me atreví a conocerte,

a verte desnuda

y a robarte todas las lunas de Marte.

 

Tú no tenías un contrato de exclusividad con mi cuerpo.

Salías con otros,

mientras me vendabas los ojos.

Aguanté hasta que quise reconocer que lo nuestro estaba muerto.

Salí corriendo a ocultarme bajo el alcohol y el tabaco.

No le di importancia a la primavera,

ni al sexo, ni a las musas,

ni si quiera a la bajada de bandera de los corazones rotos.

 

Y hoy, todavía me pregunto si hice lo correcto.

Mi primera combustión

¿Cómo explicarte que no me dueles?

que me duele que no me duelas…

¿Cómo decirte que esta noche las velas eran de agua?

Que Galicia fue la sentencia de dos analfabetos.

 

Hoy te tengo a mi lado,

y parece que estás a 600 km;

eres tan pequeña que no te veo,

que estás tan lejos que no te veo, ¡JODER!

 

Te resultaba más fácil pintar de blanco los cilindros de tu cuerpo,

que darme un beso.

Y mi combustión ya no se encontraba con tus besos.

Tu pelo no compartía ya condena con mis huesos.

 

Supongo… Supongo que las verdades sólo duelen,

cuando dividen un beso en dos mitades.

 

Si piensas en quemarme el pecho,

incéndiame en silencio,

que los vecinos duermen,

y Peter hace tiempo que saltó del barco

El frío de Malasaña

¿Verte?
Verte fue saltar de un cometa azul,
y las noches y las cartas que no mandé
se quedaron en el ataúd de arterias
por miedo a no ser lo que ansié.

Marearme fue la mejor liberación,
la peor versión de la fuga de besos.
Por miedo dejé la perversión
de ansiar la mejor vida de Lennon.

Perderé la vergüenza a reírme de mi.
Me prometiste lo gigante de quererte
y me quede como un niño desolado en Brazil,
como una ola sin parte.

Y Cotázar y el vino,
no ayudaron a no enamorarme.

Y ahora ya no quiero,
ahora ya no quiero no quererte.
Ahora quiero quedarme a esperar,
que hemos quedado en diez minutos,
y tú, como de costumbre,
llegas tarde.

TRASTORNOS DEL AMOR Y OTRAS ENFERMEDADES MENTALES – TOC

Nuestra primera noche juntos

se derritieron 34 velas.

Dos gotas de cera cada seis segundos

para representar de forma exacta el calor de nuestros cuerpos.

 

 

 

 

 

Recuerdo que pedí salmón durante días

para ver en su color tu falda;

recuerdo que accedí a la impureza del azar

con tal de ver tu sonrisa por mi baño,

tras mi espalda;

y recuerdo, que te besé por primera vez,

18 veces,

porque sería el día en que me enamoraría de ti.

 

Pero, ¿cuáles son los problemas del amor exacto y cuadriculado?

 

2. Si las preguntas del amor se responden

con el número de vueltas de las agujas del reloj,

¿es acaso amor?

 

                4. Si los viernes son lavarme 32 veces las manos

para que me llames y quedar el domingo,

cuando no tengo casi huellas dactilares,

¿es entonces amor?

 

                6. Si pinto las paredes cada día,

con más de 100 colores,

para que siempre vayas a juego con mi cuarto,

¿no sería amor?

 

                8. Si te di 18 besos un 2 de mayo,

cuando sólo me hacían falta 2 besos,

¿por qué no es amor?

 

                10. No existe el amor para mí.

Existe el semi-amor:

–          Yo te quiero.

–          Pero tú a mí, no.

¿Quién dijo que no sé querer?

Minientrada

Tú,                                                                                                                             regalándome entradas para todos los conciertos de mi cama;                                             ¿y yo?                                                                                                                                   Yo dejándome llevar por cualquier falda.                                                                       Complejo de Mihura que me domina.

Será que me gusta aguantar las estocadas en el pecho,                                                 para demostrar, sólo, que nunca diré que me duele.                                                         Que me duelen tus palabras,                                                                                             pero aguanté tus arañazos                                                                                         recorriendo el interior de mis costillas.

Insomni

Tengo insomnio, y no duermo;

NO DORMIR es el momento más largo del día,

cuando me giro, y no estás…

 

No paro de imaginarte en otras camas.

Veo como otros chicos te observan dormir

y no te describen en sus sueños,

no dejas que te vean.

 

Y pasan los días,

y las noches,

y las sábanas con reproches

preguntando «¿dónde está esa chica que te hacía reír?»

Y… no dejo de pensar las horas.

 

Veo tantas vidas que no son en cada segundo,

que a veces me pregunto

si seré yo el drama oculto

de mi vida como adulto.

 

Veo tantos sueños estando despierto,

que ya no sé si no duermo

porque no puedo

o porque no quiero.

 

NO QUERER.

 

Ya, no sé que hora es,

porque no está tu corazón

dictándome el tic-tac de los segundos.

No están tus labios para despertarme cada mañana,

ni tu cuerpo para insomnizarme de forma voluntaria.

 

Las sábanas duermen con el amanecer,

pero mi cerebro no quiere NO QUERER.

Fin de ciclo y muerte de otro dios

Nunca nos gustó lo tradicional.

Nos saltamos todas las reglas,

incluso las que escribimos nosotros,

sobretodo esas…

 

Lo fuimos absolutamente todo,

sin ser nada.

 

Dejamos el cuerpo fuera

para que no calara el alma,

y hoy me doy cuenta

de que debimos haber cerrado la puerta al corazón.

 

No fui capaz de llorar cuando nos despedimos;

sabía, dentro de mi, que necesitaría las lágrimas

cuando quisiese asumir que un «nos vemos pronto»

se traduce en un «hasta siempre…»

 

Y ahora no consigo hablarme sin oírte.

No soy capaz de no temblar, si te huelo y no estás.

 

No voy a borrar todas esas palabras que están bajo la piel,

más allá de la sangre y el latido,

más dentro que las neuronas que no he perdido,

intentando no pensarte.

¡Cómo si no pensar fuese sencillo!,

como si borrar el PUTO AMOR se pudiese comparar a vaciarse los bolsillos.

 

Hoy, me veo incapaz de ser un auténtico tirano.

Hoy, soy un flan que han comprado caducado.